lunes, 9 de marzo de 2020

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¿Puede un agresor de violencia machista rehabilitarse en la sociedad? 


El 86% de los condenados por violencia de género no ingresa en prisión, sino que ve sustituidas sus penas de prisión por trabajos en beneficio de la comunidad. Así, menos de dos de cada 10 culpables de violencia machista entra en la cárcel. De las 28.275 condenas que los juzgados dictaron en el año 2013 por delitos de violencia contra la mujer, según datos del Consejo General del Poder Judicial, 4.058 significaron el ingreso en prisión, es decir, el 14,3%, según Instituciones Penitenciarias. Así, 24.217 condenados por violencia sobre la mujer no pisaron la cárcel. Y de ellos 22.487 cumplieron su sentencia con «trabajos en beneficio de la comunidad».


El psicólogo y criminólogo Ismael Loinaz realizó un estudio en 2009 en el centro penitenciario “Brians II” y su principal conclusión fue que el hecho de meter a todos los agresores machistas en el mismo saco a la hora de tratar sus patologías no favorece su reinserción. Loinaz aboga por especializar cuanto antes las terapias, con el fin de frenar los altos niveles de reincidencia de este tipo de agresión y poder reinsertarse en la sociedad.

El PRIA, un programa con una duración estimada de 10 meses, que se realiza en formato de terapia de grupo o individual y que persigue erradicar las conductas violentas y reducir el nivel de reincidencia de los participantes. Con este programa es posible que los agresores por violencia machista modifiquen su comportamiento para conseguir integrarse, al menos, en su medio más próximo.
Es un programa que además favorece el trabajo sobre ese tipo de comportamientos y no se centra en otras tareas que nada tienen que ver con la causa del delito, por ejemplo, muchos de los programas de reinserción social se basan en trabajos a la comunidad que van desde pintar una valla a recoger hojas de los árboles. Sin embargo, los Programas de Intervención para Agresores por Violencia de Género (PRIA), deberían contemplar un seguimiento exhaustivo de los participantes cuando finalizan el programa pues así los maltratadores tendrían que rendir cuentas a las autoridades y estar más controlados y disciplinados.

En diversos estudios se puede observar que los maltratadores tienen una pobre regulación emocional, tanto en el ámbito biológico como en el psicológico, y por eso resulta fundamental trabajar la descodificación emocional (para no malinterpretar las emociones y que desencadenan la respuesta violenta). Así, sería conveniente que en futuras investigaciones tengan en cuenta los aspectos mencionados pues la violencia machista va más allá de hombres sexistas que perpetúan los valores patriarcales.

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